La crisis económica
ha obligado a muchas personas a reinventarse profesionalmente. Así, han tenido
que volver a formarse para trabajar en ámbitos totalmente ajenos a su
experiencia, vocación y educación, algo que tan sólo unos años atrás ni
siquiera podían imaginarse.
En época de vacas
gordas, coincidiendo con la llegada masiva de inmigrantes a nuestro país en
busca de una vida mejor, no era raro escuchar quejas en boca de algunos, que
aseguraban que estas personas quitaban el trabajo a los autóctonos. Lo cierto,
sin embargo, es que mayoritariamente se dedicaban a tareas que generalmente los
nacionales se negaban a hacer, al considerarlos éstos como empleos pesados,
ingratos, mal pagados e incluso de poca categoría.
Ahora las cosas han
cambiado, pues trabajar en algo que antes considerábamos incompatible con
nosotros es el pan de cada día Además, no tienen por qué suponer pocos
ingresos, y es que las tareas ingratas, precisamente por serlo, no tienen por
qué suponer un salario bajo, sino todo lo contrario.
Saludparamayores.com |
El caso de los cuidadores de la tercera edad y
discapacitados: En este sentido, es bien sabida la escasez de residencias
públicas en relación a su demanda y la dificultad que supone poder optar a una
de sus plazas, por lo que muchas veces recurrir a un geriátrico privado se
convierte en la única opción. Dejando a un lado el enorme esfuerzo físico y psíquico que se requiere para desempeñar esta
función, la satisfacción de ayudar a personas necesitadas puede ser un factor a
tener en cuenta.
Por otro lado,
tenemos aquellos trabajos que habitualmente requieren pasar tiempo fuera de
casa y del país, como los relacionados con la industria naval, como por ejemplo
jefes de máquinas de buques, o los trabajadores de plataformas petroleras o los
mecánicos de minería. Además de demandar una gran capacidad física, se trata de
trabajos peligrosos, ya que pueden poner en riesgo la vida del trabajador, y
por tanto cuentan con relativamente pocos aspirantes.
Una plataforma petrolera / Nuestromar.org |
Como hemos podido
ver, se trata de trabajos necesarios pero que no todo el mundo estaría
dispuesto a llevar a cabo. Debemos, pues, poner en una balanza nuestras
necesidades y conveniencias, siempre intentando ver su cara positiva, pues
tomar la decisión de probar suerte en ellos supone una oportunidad para ponerse
a prueba uno mismo y comprobar nuestros límites y capacidades.
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