Leíamos
estupefactos el martes que el ayuntamiento del distrito londinense de Brent ha
incorporado un holograma con apariencia humana para llevar a cabo las funciones
de recepcionista. Aunque su coste es elevado, 14.000 euros, los responsables de
esta decisión aseguran que les resultará más barato que contratar a un
recepcionista de carne y huesos. ¿Estamos en el principio de la desaparición de
la profesión de recepcionista como la hemos conocido hasta hoy? Son muchos los
oficios que han desaparecido, ya sea porque sus profesionales han sido sustituidos
por máquinas o porque , con la evolución de la sociedad y la tecnología, ya no
eran necesarias. Hoy repasamos algunos de los empleos más curiosos que han caído en el
olvido o están a punto de hacerlo.
El barbero, aunque
todavía existe como tal, no es el mismo que años atrás, cuando, a parte
de arreglar el cabello y la barba de los hombres, también llevaban a cabo
funciones de dentista y otras sanitarias de primeros auxilios. Hoy todavía se
puede escuchar este término de vez en cuando, pero ha sido prácticamente
sustituido por el de peluquero.
¿Quién no ha oído
ese ruido extraño alguna vez, estando en casa, de una harmónica? Se trata del
afilador. Los cuchillos son su objetivo principal y, encima de una bicicleta,
avisa a los vecinos para que saquen estos utensilios de cocina si quieren
tenerlos otra vez como si fueran nuevos. Ahora todo va más deprisa, no hay
tiempo y la gente no tenemos paciencia, por lo que preferimos comprar uno nuevo
antes que arreglarlo.
Un afilador / Bicicletario.com |
Pero los cuchillos
no eran los únicos que necesitaban revisiones periódicamente. Antes, los
colchones eran mayoritariamente de lana y ésta, con el peso, se apelmazaba. Era
el momento de llamar al colchonero para que la desapelmazara. Sólo así podíamos
tener nuestro colchón como nuevo otra vez. Por otro lado, el deshollinador
quizás es todavía conocido por los que tienen chimeneas en casa, pues su
trabajo es desatascarlas de hollín, además de otras reparaciones de la misma.
Si el problema no
era que algo se nos había estropeado, sino que sencillamente ya no lo
necesitábamos, podíamos llamar al ropavejero, que lo compraba y lo vendía en
otro lugar donde sí hacía falta. Esta función, la de llevar cosas de un sitio a
otro, también la podía realizar el recadero, aunque éste trabajaba
mayoritariamente para negocios.
Un ropavejero en servicio / Peru.com |
Junto con el
afilador, el pregonero también actuaba en las calles de los pueblos y se
anunciaba con una corneta para congragar a los vecinos y contarles los hechos
más relevantes que sucedían fuera de su término municipal. La llegada de la
radio y la televisión supusieron su desaparición. Si estos mismos
vecinos perdían la llave de casa, podían recurrir al sereno, que además de
encender las farolas por la noche, tenía en su haber una copia de las llaves de
todos los portales.
A la hora de
desplazarnos en tren, el guardagujas, que movía las direcciones de las vías
férreas, era indispensable: sin él
no podríamos llegar al destino correcto y las mercancías se perderían por el
camino.
El guardagujas / Lenouscultura.com |
Es evidente que
estos oficios, con la evolución de la tecnología, estaban condenados a
desaparecer tarde o temprano. Quién sabe, sin embargo, si de haber tenido
herramientas como Jobeeper hubieran logrado sobrevivir más tiempo.
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